jueves, 11 de abril de 2013

La estrategia de Morena

La estrategia de Morena



El Movimiento Regeneración Nacional (Morena), que dirige Andrés Manuel López Obrador, representa la primera gran reconfiguración/ruptura de la izquierda mexicana, desde la formación del PRD en 1989. Esto es así, pues el PRD era el esfuerzo unificador notable de las izquierdas de una época y una generación, bajo el liderazgo de Cuauhtémoc Cárdenas, y con el acompañamiento de fracciones de la izquierda socialista en sus diversas derivaciones. Desde entonces, el PRD ha sido considerado el único referente válido de la izquierda mexicana.
La aparición de Morena cambia esa realidad, pues surge un nuevo líder que rompe con el PRD y pretende establecer su “marca” como la que, legítimamente, representará a la izquierda mexicana hacia las entrañas del siglo XX1. Si bien no lo ha dicho públicamente, su proceder ilustra una ruptura clara y categórica de AMLO con Cárdenas, y de Morena con el PRD. Tienen visiones diferentes acerca de lo que debiera ser la línea y orientación de la izquierda en México.
Una diferencia que se expresa públicamente es entre los “moderados” y los “radicales” (en otra época, estos términos se habrían cambiado por “reformistas” y “revolucionarios”). Para Morena, el PRD se ha convertido en un partido comparsa de los poderes establecidos en México, mientras Morena se aferra a la idea de que todo, absolutamente todo, el sistema político, debe ser reemplazado por uno nuevo. Considera que el PRD se ha entregado a una visión economicista y pragmática de la realidad, lo cual lo lleva a acordar el Pacto por México, cuyo contenido simboliza, según Morena, una traición a los intereses populares y nacionales del país. A saber, la reforma educativa, telecomunicaciones, energética y la fiscal. Todas esas reformas son vistas como el terreno fértil para que, con su férrea oposición, el apoyo a los maestros disidentes incluido, la oferta política de Morena crezca en el territorio nacional.
Otra diferencia se sitúa en el campo de lo valórico. AMLO considera que el PRD y sus líderes se han corrompido y dejado seducir por “las mieles del poder”. Habla insistentemente de los valores que deben conducir a los integrantes de Morena. 
En el campo electoral, habrá consecuencias notables, especialmente en las elecciones de 2015. En virtud de que la ley electoral obliga a los partidos de nuevo registro a competir sin alianzas con otros institutos políticos registrados, habrá inevitablemente un choque y ajuste de cuentas electoral entre el PRD y Morena. Pero a AMLO le agrada la obligatoriedad de este enfrentamiento, pues añora poner en claro quién es quién en la izquierda mexicana y, particularmente, quién goza de la fuerza electoral del pueblo. Él confía en su fuerza política y atracción electoral y, creo, disfruta de la idea de colocarse como el único líder que “defiende al pueblo” frente a tres partidos “paleros”. Sabe que la izquierda dividida puede perder posiciones electorales en la contienda venidera, pero prefiere ese sacrificio para demostrar su propia superioridad al PRD en 2015, para luego encabezar una izquierda unida (y subordinada a Morena) en 2018, donde él sería el candidato presidencial indiscutible y designará el candidato de la izquierda a jefe de Gobierno del DF. Es un juego complejo y no exento de riesgos pero, al final, en el cálculo estratégico de Morena y de López Obrador, es la opción que la realidad les presente para ganar, por mucho tiempo en adelante, la hegemonía y representación incuestionable de la izquierda mexicana.






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